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El internet de las cosas: una de las mayores amenazas para la seguridad informática

El internet de las cosas: una de las mayores amenazas para la seguridad informática

Hace una década, existía la percepción de que el acceso a internet era posible a través de un único dispositivo: la CPU de un computador. Sin embargo, en los últimos años hemos visto cómo han ido apareciendo nuevos aparatos electrónicos que ejecutan  alguna de sus funciones por medio de una conexión a la red.  A esto se le ha denominado el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y abarca una amplia gama de productos: desde televisores inteligentes conectados a Netflix, pasando por cámaras que suben las fotos en la nube de manera inalámbrica y hasta refrigeradoras que le avisan a su dueño cuándo debe ir al supermercado a comprar más leche.

Según un informe de la compañía Gartner, experta en información tecnológica, en el año 2015 existían cerca de seis mil cuatrocientos millones de dispositivos conectados a internet. Y la lista crece cada día a un ritmo exponencial.  De acuerdo con los cálculos, se prevé que para el 2020 se alcanzará una cifra cercana a los veinte mil millones de aparatos.

Este vertiginoso incremento en materia de conectividad ha ido de la mano –y hasta cierto punto ha sido posible— con la masificación de los teléfonos inteligentes a nivel mundial. La posibilidad de sincronizar nuestros smartphones con otros aparatos –televisores, cámaras, reproductores de video- es los que en últimas le da vida a algunas de las herramientas digitales más sorprendentes del universo IoT. Por medio de una app de un iPhone, por ejemplo, hoy podemos monitorear en tiempo real y desde cualquier parte del mundo las cámaras de seguridad de nuestras oficinas. Incluso ahora es posible apagar las luces de la sala de nuestra casa o abrir la puerta del garaje con solo tocar la pantalla del celular.

La lógica detrás de estas innovaciones tecnológicas es muy clara: hacer nuestras vidas cada vez más fáciles y eficientes. Sin embargo, no podemos ocultar que el boom que experimenta actualmente el Internet de las Cosas también ha traído consigo nuevos desafíos en términos de seguridad informática.

Muchos de estos aparatos IoT son puestos en el mercado sin contar con unas medidas básicas de seguridad. Muchos de ellos incluso vienen configuradas con claves muy predecibles como “admin”, “1234” o “password”. Dada su vulnerabilidad, se convierten en presa fácil para los hackers. Infectan estos aparatos con algún malware y, una vez toman control, los direccionan a su antojo. Eso fue lo que ocurrió en octubre 21 de 2016. Esa mañana, miles de webcams y cámaras de vigilancia fueron hackeadas y coordinadas para bombardear con solicitudes de acceso a la compañía estadounidense llamada Dyn, una especie de gran central de internet que controla la infraestructura de los dominios (DNS) de grandes corporaciones. Aquel ataque conllevó a que millones de usuarios de todo el mundo no pudieran acceder a páginas como Twitter, Netflix, Spotify, CNN y el New York Times durante buena parte del día.

Operaciones como la de que fue blanco la compañía Dyn se le conoce en el argot informático como “ataques DDOS”. La táctica empleada consiste en inundar con solicitudes un sitio web o un servicio con el fin de afectar su disponibilidad. Y aunque aquella no es de ninguna manera una práctica nueva en el mundo digital, el ciberataque de octubre de 2016 llamó la atención de los expertos por la escala que alcanzó. Según el periódico The Guardian, el ataque DDOS contra Dyn fue el mayor de la historia en su especie, alcanzando en su pico una fuerza de 1.2 terabytes por segundo (Tbps). Aquella magnitud es alarmante si se tiene en cuenta que hace unos nueve años un ataque equivalente a 70 gigabytes era considerado casi monstruoso.

El incremento de la potencia de los ataques DDOS es atribuible en gran medida a la sostenida expansión del Internet de las cosas. A raíz de la rápida proliferación de dispositivos inseguros y baratos en el mercado, los hackers están encontrando cada vez más recursos en la red para ejecutar sus planes maliciosos. De acuerdo con un reporte de la compañía Akamai, todos los ataques DDOS que en 2016 sobrepasaron la barrera de los 300Gbps fueron urdidos –total o parcialmente—a través del Internet de las cosas. “El Internet de las Cosas ha vuelto la amenaza de los ataques DDOS más potente que nunca”, le dijo a la revista Time el profesor en ciberseguridad de la Universidad de Brown, Timothy Edgar, en octubre de 2016.

Ahora bien, ¿la pregunta es si, dadas las circunstancias actuales, estamos completamente desamparados, a merced de la voluntad maliciosa de los hackers?

Y la respuesta es no.

Compañías como la nuestra cuentan con la capacidad de detectar y mitigar las vulnerabilidades de nuestros clientes en la red. Con los modelos y procedimiento que aplicamos, los servidores y las páginas Web de nuestros clientes elevan sus barreras de protección y en consecuencia se vuelven menos propensos a sufrir el asedio de los hackers. Nadie está exento de sufrir un ataque cibernético, y mucho menos ahora cuando éstos se han vuelto más certeros en su escala y sofisticación Sin embargo, en internet.com.co tenemos las herramientas, la experiencia y el personal capacitado para contrarrestar con solvencia estos megaataques DDOS una vez que son llevados a cabo. Cada día nos preocupamos por responder con éxito a los nuevos desafíos que acompañan esta nueva era del Internet de las Cosas. Y para ello estamos aplicando los más altos estándares de calidad en materia de seguridad informática.

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